CINE Y EL ÁRBOL DE LA VIDA

Ya he explicado en uno de los servicios que ofrezco, en qué consiste la parte práctica y más mundana del Árbol de la Vida.

En su parte más amplia, el Árbol de la Vida habla de la Totalidad y de la Unidad del Universo y con el Universo. Todo lo que conocemos tal como lo conocemos, existe porque existe su contrario y sin embargo, Todo es Uno.

El mundo físico y el mundo espiritual son Uno. Todo y Todos formamos parte de “este Todo”, “de este Uno”. Lo de arriba y lo de abajo son Uno. Lo mejor y lo peor, también.
Hace un año, yo no tenía página web, por lo que no podía escribir de este modo este artículo. Ahora, puedo contar que  acudí a ver la película “El Árbol de la Vida”, -por su título, es evidente. Alguien me habló bien de ella. Sin embargo, a pesar de los premios que obtuvo no gozaba del interés del público. Incluso la taquillera me recomendó que no la viera.

Si: La película dura unas dos horas, creo recordar.  Creo que la película es resultado de un larguísimo proyecto. Desde lo que yo sé sobre lo que es el Árbol de la Vida, creo que hay entre dos o tres momentos clave en los que la película pierde el hilo de lo que está contando. Llaman la atención esos dos dinosaurios que no se sabe por qué aparecen ahí en el momento que lo hacen y que sin embargo ya hablan del poder, de la división.

Con la sucesión de imágenes tipo reportaje National Geographic (Preciosas, por cierto) explica más o menos cómo se formó el Universo, el mundo.

El paso por la vida, la pareja, la gestación, el crecimiento, situaciones y acontecimientos y el comportamiento elegido ante ellos…  Pero como no hay acción como la que desde hace años nos tiene acostumbrados el cine, ni sangre, ni tiros, ni sexo explícito, apenas existen palabras... pues a quién le extraña que resulte aburrida (¿?).

Sean Peen interpreta un papel desasosegado. Cuando se encuentra consigo mismo de niño en el lugar donde todos los seres se reencuentran (La vuelta a la Unidad, al Todo), da lugar a otro despiste más desde mi punto de vista, sin embargo…

Tras verla, puedo decir que me da lo mismo si su director, Terrence Malick,- hace cine para intelectuales (¿?), si es muy larga o más corta, si se la entiende o no, si sería mejor no entrar o abandonar tras los diez primeros minutos…

La película es una preciosidad. Es cine puro. Sensaciones y emociones llevadas a imagen de una forma clara, preciosa, precisa y sobrecogedora y para conseguir hacer esto es necesario ser muy sensible y saber hacer cine. La música es una maravilla, aunque no es una banda sonora original (Creo que está formada por una sucesión de diferentes piezas).

El casting de los niños, estupendo: A través de su aspecto y de su comportamiento muestran la diferencia entre seres humanos. Como he leído en alguna parte, que nadie vaya a ver la película para encontrar a Brad Pitt en un papel “costumbre”, pues su papel es el de un padre y marido tan tierno como violento, miedoso y mundano. La madre,- Jessica Chastain-, interpreta un papel casi etéreo, dulce, sumiso por educación. También muestra la decepción y la dualidad a la hora de decidir.

Al final, todo revienta en esa escena en la playa. Lo siento, pero a pesar de los dos o tres fallos que observé, es difícil encontrar una película como ésta, pues expande la conciencia. Salí del cine reconciliada con el Universo… (Cosa un tanto difícil en estos últimos tiempos).

Concepción Sanz.


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