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Foto base de Alejandro Escamilla. Emoticonos tomados de Dreamstime.com y de Cazadores dejuvelibros.blogspot.com Montaje: Concepción Sanz |
Desde hace
unos meses me he visto inmersa en un SOS digital continuo. En un particular
apagón digital que me dejó totalmente incomunicada dentro de este nuevo mundo
virtual que tanto nos atrae y ayuda a lo largo de los días…
Pueden
empezar a reírse conmigo desde ya. Desde este momento.
Lo siento
por los adictos al teléfono móvil, a Internet, a las redes sociales. Me
pregunto cómo lo pasarán ellos si les sucede algo parecido.
Primero,
se estropeó el ordenador y debido a una avería anterior, sabía que no tenía
arreglo… Y como en la anterior ocasión, tras el “ahora qué hago” inicial,
comienzo a desenvolverme como puedo en la biblioteca de mi zona, donde sucede
eso precisamente: me desenvuelvo, porque hay gestiones que no pueden realizarse
a la vista de cualquiera (Vale: la opción de la biblioteca ya me lo sabía de
años antes).
¡Vaya!
¡Además, se estropeó el teléfono móvil!
Voy a la tienda de la operadora de telefonía correspondiente,
pero no está el técnico que lleva estos asuntos. Vaya usted a esta otra tienda
que sí que está hoy, aunque luego resulta que no es así. Paseo va, paseo viene. Uno
de los comerciales puede resolver el problema, pero días después -paseo va,
paseo viene-, porque vuelve a desconfigurarse no sé qué cosa u opción que
desconozco. Vuelta a la primera tienda, porque la tengo más cerca de casa: “Pues
esto hay que enviarlo para reparación”.
"Huuuummmm... Vaaleee, de acueeeerdo”. Menos mal que
me atiende otro comercial aún más avezado en estas materias que aquél primero, y sin enviar el teléfono a ninguna
parte, se terminó el problema, aunque mi teléfono sigue pensando de vez en
cuando en jubilarse, por lo que se ve.
Conseguí un
equipo “ajustadito” tanto en dineros como en recursos y menos mal que me sirve
la base refrigeradora que compré tras la avería anterior, para que al equipo no
se le derritan las piezas y se suelden entre ellas cocinando un caldo con el
que podemos despedirnos de la tarjeta gráfica y ya queda nada que ver en la
pantalla.
Aparecen en pantalla los mensajes
sobre la conveniencia de actualizar a Windows 10 (el técnico de la tienda de
informática me recomendó actualizar y me pongo a ello (Esto no me ha dado
problemas… ¡menos mal!).
Veamos:
qué programas utilizas, cuáles no. Instala, desinstala, busca y borra archivos…
No funcionan ni el escáner, ni la impresora… contacta con las empresas, busca e
instala los plugins de actualización para Windows 10…
Mes de
diciembre. Fechas del salto entre el año ya pasado y el actual: El teléfono
fijo se queda sin línea (no hace falta recordar que el funcionamiento de las líneas telefónicas ya depende de
su paso por un router. Otro avance que no veo tan claro).
Quite
usted este cable y tal otro… Vuelva a conectarlos… Espere que se resetee el
aparato… ¿Qué no funciona? Pues pase usted el cable directamente de la roseta
al router… ¿Continúa sin funcionar? Enviamos al técnico… quien cuando viene me
explica que hay un conflicto entre la instalación antigua y la nueva… sanea los
cables y funciona, aunque cuando coloca las tapas de cierre, el teléfono vuelve a
quedarse mudo. ¿Esto es una broma? Se pregunta él mismo. Cambia otro cable y
por fin todo funciona…
Días
después, el teléfono vuelve a quedarse sin línea y doy aviso. Pasan las horas…
al día siguiente me despierto dándome cuenta de que quizá si reseteo… y como el
teléfono continúa sin funcionar, repito todo lo que me dijeron y lo que he
visto hacer y el teléfono vuelve en sí una vez más. “Procedo a anular el aviso de la avería”.
¡Vaya,
vaya, vaya, vaya! En Word, no funciona el “ctrl + click para seguir el vínculo”
y por más que busco en los menús y leo las ayudas del programa y busco
información en Internet sobre el tema, no hay solución…
Por suerte existe el “Microsoft
Answer Desk”, chat con
el que otra persona también de carne y hueso responde a todas tus dudas (de esto
tendría que aprender Google+, que se esconde tras el más o menos “no podemos
responder a todos los emails, busquen respuestas en los foros”).
Me marea
ver la cantidad de emails que aún me quedan por leer. Consigo terminar un
listado y se vuelve a formar otro. Continúo leyendo, respondiendo y participando en las redes… No se extrañen si participo aún ahora en “debates” de LinkedIn que se abrieron
hace meses (perdón, ahora ya se denominan “conversaciones”).
Aparte de
todo lo anterior y de otros tantos acontecimientos que ya no listo en este
artículo, en todo este tiempo he desarrollado con ahínco lo que siempre he
denominado como “conocimientos de guerrilla”.
Estos conocimientos, aparte de servir para retrasar o evitar la llamada al servicio técnico correspondiente -mientras el problema no sea otro diferente-, se incorporan en nuestra mochila mental, para ayudarnos en esos momentos en los que te dices: " a ver cómo era esto... sí... esto estaba en tal menú... esto se hacía así..." (aunque también es fácil olvidar algunos, la verdad).
A lo largo de estos meses, la labor
de comunicación tanto escrita (emails y chats) como verbal (presencial y
telefónica), ha sido extensa, rápida y sobre la marcha (no ha habido lugar para la planificación) y
de lujo, ya que incluso he podido hablar con personas de carne y hueso, aparte de con las máquinas
de turno “marque 2, o en una valoración
del 1 al 10 siendo”… y he descubierto cosas de las que no tenía ni idea.
Sin embargo,
a la vez, todo ello me invita una vez más a la reflexión sobre el hecho de que
quedarnos incomunicados actualmente, es muchísimo más rápido que la velocidad de descarga de
archivos y páginas.
Aparte del
robo de cable y los problemas que esto supone, he aquí dos pruebas recientitas:
Lunes 28
de marzo de 2016 – Acudo a la Oficina de Empleo, para sellar la demanda de
desempleo. Los números del panel se suceden, apenas se ralentiza la espera…
Sale mi número y me dirijo a la mesa correspondiente. "Buenos días - Buenos
días". La señorita copia mi nombre y número de DNI en un cuaderno y sella la
papeleta. Algo estupefacta, le planteo mi observación al respecto... Resulta
que se ha caído el sistema y hay que apuntarlo todo, para copiarlo después…
Enlazo
aquí con la importancia de saber leer y escribir, pase lo que pase: Evitar que
a las próximas generaciones les salgan muñones por falta de uso de las manos y
no se les desarrollen las funciones cognitivas que consiguen la lectura y la escritura
(Perdón por la burrada).
2 de mayo
de 2016, estaban haciendo en mi barrio una canalización de luz. “Suspendido el
servicio eléctrico por obras de mejora entre las 10 y las 13 horas”.
He aquí la
papeleta: Todo los comercios a oscuras y vacíos. Por supuesto, en los bares no
puede hacerse ni un café. Los cajeros automáticos no funcionan, tampoco pueden realizarse
gestiones en los bancos… cada uno y los demás en las puertas de sus negocios o
en grupos hablando con otros. Teléfonos con línea de cobre… dentro de poco
podrán contarse con los dedos de una mano, o ni siquiera podrán contarse.
INCOMUNICADOS DIGITALMENTE, sin poder hacer muchas cosas necesarias.
Sólo podían escucharse las conversaciones de los paseantes,
comerciantes y diferente personal laboral esperando en la calle el final de este proceso. A los mendigos, los vendedores ambulantes, y el ruido de los coches y el de la potente máquina trituradora de baldosas abriendo la ruta canalizadora de
luz-electricidad.
¡Qué
ironía!
Y en esto
no influyen la cantidad de megas que se tengan contratados.
Adiós en un pispás.
Concepción Sanz.